02 diciembre 2011

Comandos Autónomos Anticapitalistas: La autonomía obrera en Euskal Herria.


Os dejo un texto para conocer un poco la historia del movimiento autónomo en Euskal Herria, su ideología, la aparición de los Comandos Autónomos Anticapitalistas y sus divergencias con ETA, el MLNV, y su estrategia política.


1968-1977: ACTORES DIRECTAMENTE INMERSOS EN LA LUCHA DE MASAS



Comencemos por 1968. En España Franco todavía estaba en el poder. Las luchas obreras de extendían en las fabricas; l*s vasc*s, perdedor*s en la guerra civil, iban levantando cabeza; todo el mundo se unía contra la represión y aumentaba la conciencia revolucionaria. Entre nuestr*s protagonistas, hay claras motivaciones básicas. Much*s recibieron en la fábrica su primera experiencia organizativa, sus primeras luchas, sus primeras energías desatadas; much*s son euskaltzales (del movimiento pro-euskara), y realmente eso es una constante entre l*s autonom*s. Otr*s, por su parte, empiezan en ETA o en movimientos cercanos. Un*s poc*s provienen del anarquismo clásico. A fin de cuentas, y salvando las excepciones, la Autonomía encontró su terreno en Euskadi, siendo ésta como era una nación dominada; la Autonomía ha luchado por la libertad de l*s trabajador*s de Euskadi, y para fortalecer esa libertad creyó en un único proceso: en aquel que trae consigo la revolución social y la independencia sin Estado. En las luchas contra el Consejo de Guerra de Burgos (1970) encontraron la oportunidad autogestionaria de unir todos los frentes. En fabricas, barrios, etc. se hicieron asambleas y la lucha de la calle fue el paso siguiente natural a esas asambleas. Sin estrategias predeterminadas de arriba, el propio pueblo encontró el camino. Esa experiencia no se olvida. En ese anhelo de libertad se fueron multiplicando las luchas tanto en las fabricas como en los barrios y en los movimientos sociales. Para encontrar hay que buscar. Después de trabajar sin cesar durante dos o tres años, quedan fortalecidas en practicas sociales bastante asentadas las luchas populares mas vivas que se desarrollan de 1974 a 1977. Por resumir la situación, se puede decir que en estos primeros años las Asambleas y las experiencias a nivel de Consejos de Fabrica y Delegados son bastante puntuales y muy a menudo sindicatos y partidos tratan de utilizarlas; pero luego se convierten en herramienta constante y en función de ellas se articula el movimiento de trabajadores. Se crean grupos públicos y unitarios y partidos y sindicatos se ven obligados a aceptar la auto-organización obrera. Así que no debemos sorprendernos si l*s protagonistas se nos muestran optimistas, fuertes y plen*s de ilusión. Much*s se desenvuelven en las fabricas. En los años postreros del franquismo, ya superado el Sindicato Vertical, l*s trabajador*s encontraron estructuras nuevas y funcionales. Se reunían en fabricas, en torno a temas tanto laborales como políticos o represivos. El punto de reunión natural era la fabrica: obligaban al patrón a aceptar las asambleas. Cuando por efecto de la represión ya no se pueden reunir en las fabricas, convierten a la ciudad en espacio de libertad (plazas, iglesias, sociedades, etc.), y si no, al monte, para reunir a mucha gente. Las reuniones en los montes, l*s propi*s trabajador*s hacían controles en los caminos, bien para impedir la entrada a los chivatos, bien para avisar de la llegada de la Policía. La Asamblea era el lugar principal: allí se debatían y decidían las acciones. Para desarrollar un trabajo continuado, l*s trabajador*s elegían sus Comisiones, l*s militantes mas motivad*s formaban Comités de Empresa o los Consejos de Empresa. Al fin y a la postre, la Asamblea era lo primero; Comités y Consejos debían dotarle de estabilidad y continuidad, sin caer en el sustituísmo. En este orden de cosas se admitía la violencia, para responder tanto a la Policía como a las provocaciones, y también para realizar el sabotaje especifico en la fábrica. En la ciudad, en las calles, la lucha esta también muy presente. Ya en 1967 en Rekaldeberri comienzan a funcionar las Asociaciones de Vecinos en el área del Gran Bilbao. Luego se extienden a toda Euskal Herria: en 1969 Donosti y Renteria, en 1970 Iruñea y en 1974 Gasteiz. Junto a ellas, y a imagen de estructuras que se iban generando en las fabricas, existían los Comités de Barrio, propiciados por los militantes mas politizados. Estos comités son muy activos en Nafarroa y Gipuzkoa primordialmente hasta el año 1975. Más tarde, con la legalidad democrática, se integraron en las AAVV. Esta lucha urbana tenia sus ámbitos concretos. El tema urbanístico era muy importante, por ejemplo, en el caso de Renteria. También lo eran las acciones pro amnistía o contra la represión. Y la fiesta. Quien buscaba la libertad quería toda la libertad, y a ser posible, toda a la vez. Perseguía la revolución social, la independencia, y como no, la libertad individual, la felicidad. La fiesta popular le daba al militante un amplio espacio para conjugar lo general y lo diario. Y, precisamente, conviene recordar que la imagen popular de las fiestas de Bilbao arranca en 1978, por medio de las konparsas y la iniciativa de Txomin Barullo: l*s de estos grupos no eran autónom*s, pero si revolucionari*s y amantes de la libertad, como el mismo ambiente lo era. Esta lucha urbana tenia también estrechas relaciones con el movimiento obrero. Recordemos Gasteiz: 1976, días duros e intensos; tres meses en huelga, asambleas, manifestaciones, represión...; los cinco muertos del 3 de marzo. En los barrios de Zaramaga y Adurtza, sobre todo, las luchas de obreros y ciudadanía en general iban de la mano. Estaba fijada en las asambleas, pero tocaba a toda el pueblo. Otros movimientos sociales también se ubicaron en las practicas colectivas de nuestra sociedad. El mas extendido, el antinuclear. El tema no sólo era parar Lemoniz: antes bien, se hicieron profundas reflexiones sobre el consumo y la forma de vida, para condenar la lógica del productivismo y para imaginar y practicar modos alternativos. Mucha gente se movilizó alrededor de fiestas, reuniones, acciones y manifestaciones: el 14 de julio de 1977 200.000 personas nos reunimos en Bilbao. La lucha armada de ETA tuvo gran importancia para parar Lemoniz; cierto es que much*s vieron mal ese protagonismo armado, pues resultó dañino para una forma de entender las cosas que iba mas allí de las nucleares. Pero lo que aquí se quiere resaltar es la presencia del movimiento y su aceptación social. También en estos años se extiende el feminismo. La igualdad es parte indispensable de la libertad: much*s militantes sienten que la acción de la mujer es ingrediente principal dentro de un nuevo orden que se quiere plasmar en el día a día. El hombre no puede ser revolucionario si explota y desprecia a la mitad de la población y la mujer no puede ser revolucionaria si desprecia y humilla a su propio sexo. Era grande la influencia del feminismo en militantes de los dos sexos y entre l*s autónom*s cabe perfectamente la personalidad de algunas mujeres. El antimilitarismo es componente ideológico de la Autonomía. El rechazo y desconfianza hacia esa casta militar que secuestra y monopoliza el poder armado, el poder matar, resultan evidentes. En la calle, sin embargo, las formulaciones no son todavía muy claras. L*s autónom*s preconizaban la deserción, pero tal opción requería un alto nivel de compromiso. Posteriormente los jóvenes han dado con la vía de la lucha insumisa y en ella hay hoy much*s que entonces eran precursor*s. Otros espacio especial era la libertad de l*s pres*s, la amnistía y la destrucción de las cárceles. El MLNV le daba amplitud a esa lucha y l*s autónom*s trabajaron a tope en las campañas a favor de l*s pres*s abertzales. Pero le confirieron un carácter muy especial, tomando parte también en acciones a favor de presos comunes y realizando una critica durísima del sistema carcelario y represivo. En esto último también anduvieron bastante sol*s. En general, nuestr*s protagonistas participaban de un ambiente muy vivo y en una forma muy natural a la hora de unir practicas militantes y cuestiones mas populares. La participación en asambleas era masiva y abierta y estar allí daba una sensación satisfactoria: la militancia no era algo pasado de moda, hecho en la oscura clandestinidad, aparte del pueblo y las personas. En la fabrica con l*s compañer*s, en calles y montes con l*s vecin*s; como pez en el agua, totalmente identificad* de principio a fin. La necesidad de coordinación entre fábricas era también algo natural. Además, no como ahora, no era ninguna sorpresa que si en una fabrica ocurría algo saliese a la huelga la de al lado en una expresión de solidaridad. Y todas esas luchas veían una necesidad de coordinación, o sea, un trabajo conjunto permanente y activo entre iniciativas y organizaciones de carácter autónomo. Para ello no se admitía la dirección de un grupo organizado dirigente: partido o.sindicato, era igual, pues ninguno iba a ser el guía de las masas. La generalidad para poder integrar las luchas parciales vino de abajo y para nada como algún grupo dirigente inventaria. Si la Autonomía no aceptó el dirigismo, tampoco tragó el ultraizquierdismo que negaba la necesidad coordinativa. En muchas experiencias tomó parte la coordinación con sus dos objetivos, transparencia y eficacia, sobrellevados el uno con el otro. En este contexto, se acepta la necesidad de la lucha armada desde el comienzo. El franquismo era consecuencia de una sangrienta guerra civil; en lo que a legitimidad respecta, ni ell*s ni el pueblo tenía problema para aceptar la génesis directa de la lucha armada. Habla muchos ejemplos en la historia de la lucha contra el capitalismo, tanto en el Tercer Mundo como en Europa. L*s autónom*s de Italia es la experiencia mas tenida en cuenta en cada etapa. Para expulsar al explotador se ve claro el empleo de la fuerza. En una palabra, el propio ambiente pedía la lucha armada y, en general, tenía la aceptación de la mayoría; todo el mundo no tenía igualmente interiorizada esa aceptación, pero al menos casi siempre la Justificaban al ser contra el fascismo. En montes, fábricas y calles la dignidad pide respuesta contra chivatos y policías, vista la chulería y la violencia con que nos trataban. Y la primera medida de la lucha armada, esto es, la respuesta inmediata de quien esta pisad* era una cosa evidente. Luego el asunto es la lucha armada organizada, dentro de un grupo militar o cuasimilitar... A esto iremos luego, pues primero hay que aclarar la situación general. Dentro de l*s autónom*s la mayoría acepta la lucha armada. Como respuesta justa, como ayuda y alargadera de otras luchas y como inexorable necesidad para poder tirar abajo el sistema capitalista, no se dudaba de la lucha armada. La opción de ETA les parecia correcta en Euskal Herria. Ell*s planteaban de otra forma la relación entre pueblo y militante, y veían de otro modo el camino para conseguir la independencia. Pero siempre le tuvieron a ETA un gran respeto. Los CCAA hicieron muchas acciones en solidaridad con militantes de ETA: y cuando la Autonomía fracaso más de un* autonom* entró en ETA.